Aislínn Rodríguez Brunal
Principalmente, sobre la escuela se ha colocado una carga que se supondría que estaría dividida con la familia también: crear recurso humano adecuado para las necesidades de la sociedad, personas capaces de innovar y que contaran con valores. De esta manera, dentro de las expectativas que se tiene de la escuela, según Tiramonti (2005) están:
Promover valores comunitarios
La subordinación de la identidad histórica y cultural
Ser usado como un mecanismo de regulación y gobernabilidad
Estar unida con otras instituciones capitalistas (la familia, la industria, etc.)
A pesar de que esas expectativas fueron dadas desde el comienzo de la escuela, siguen vigente muchos años después y podemos ver cómo en la actualidad se espera lo mismo de ellas. Es por esto, que es posible afirmar que “la escuela moderna es un proceso histórico”.
Dentro del marco de la actividad asincrónica realizada en la clase pasada, hubo un vídeo en particular que llamó tremendamente mi atención, se llama La eduación prohibida, y narra la historia de la educación y como sin duda ha perdido su sentido por completo. Se habla de cómo la educación suele ser solo un medio para que el estado se desarrolle económicamente, más que para el desarrollo de cada individuo que hace parte de los procesos educativos. No se educa para satisfacer dudas, inquietudes o fomentar el cuestionamiento y la creatividad, se “educa” para cumplir con expectativas sociales de lo que debe saber una persona, y así, se termina reduciendo cada estudiante a números y calificaciones… se deshumaniza. Aquí, el proceso educativo que debería ser integral, orgánico y profundo se convierte en mecánico y sin sentido, no con el propósito de aprender sino de memorizar y de instruir más que enseñar. Todo lo que se hace en las instituciones apunta únicamente a enriquecer al estado…, y en este orden de ideas si lo que le funciona son las personas “estudiadas”, las valorará, pero si el emprendedor aporta al crecimiento económico, no será tratado como poca cosa por no adquirir un estudio, porque a la larga no se trata del aprendizaje sino del aporte económico a la sociedad.
Sin importar qué, la intención debe ser educar en la libertad y en la independencia, porque es allí donde hay fruto más allá de lo económico.
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