Aislínn Rodríguez Brunal
Antes de esta clase, del acercamiento a la lectura y la realización de la actividad, nunca me había parado a pensar en lo que se determina “cultura escolar” y cómo, aunque muchos de los elementos que se relacionan con este término parecen obvios y se toman por sentado, es importante hablar de ella como una característica de las escuelas que nos habla acerca de la identidad, no solo de la institución pero de aquellos que la componen.
Cultura escolar, entonces, se relaciona con prácticas que se dan a lo largo del tiempo (que terminan siendo mecánicas o automáticas), pero también tiene que ver con aquellas reglas formales e informales que rigen la dinámica entre los distintos actores de la institución. Me llama en extremo la atención cómo, en el detalle de los elementos de la cultura escolar donde hallamos los actores, los discursos, la disciplina y la cultura material, se puede observar todo lo que hace que una escuela no solo sea exitosa sino que pueda permanecer en el tiempo: los profesores, los estudiantes, los directivos, los padres, la pedagogía detrás de los currículos, la comunicación oral, escrita, gestual, los métodos de evaluación, los horarios, las divisiones y jerarquías, el entorno físico, el material didáctico, los recursos; es importante ver cada uno de estos elementos como independientes e igualmente relevantes para la eficacia y eficiencia de las escuelas e instituciones educativas en general, porque si uno de ellos falla o no se atiende como debería, puede afectar no solo las dinámicas sino los resultados de aprendizaje de los estudiantes y los objetivos que la institución se plantea cumplir.
En conclusión, considero que desmenuzar la cultura en dimensiones permite hacernos más conscientes de lo que compone algo tan “sencillo” como la escuela y así se puede tratar independientemente con cada uno de estos elementos si alguno fallare, para mantener una dinámica escolar funcional y con resultados positivos.
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